"Creciendo con valores Cristianos"

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domingo, 27 de abril de 2014

FAMILIAS TERESIANA: MAYO, MES DE LA HUMILDAD

 VALOR DEL MES DE MAYO:
   


En el mundo de hoy todos parecemos estar participando en una competencia para ser el más rico, el más inteligente, el más guapo, el más exitoso… El orgullo hace que muchas personas busquen esas metas, se crean superiores a los demás y cometan una serie de equivocaciones: creen que lo pueden todo, imponen sus decisiones y desprecian a las otras personas. Es un mal que puede ocurrir en la casa, con la familia, y en el trabajo, con los compañeros. También ocurre en las escuelas y colegios: en cada una de ellos hay niños y niñas presumidos porque son los más aplicados y los mejores deportistas, o porque sus papás tienen tal y tal cosa. Esa actitud de soberbia es contraria a la generosidad, la empatía y la amistad porque impide comprender a los demás y les hace pensar que no necesitamos de ellos. Por otra parte, frena el crecimiento personal: cuando creemos que lo sabemos y lo podemos todo, dejamos de esforzarnos para alcanzar nuevos logros.
El remedio a esos peligros es el valor de la humildad que consiste en reconocer que no somos “los mejores del mundo”, en aceptar nuestros defectos y reconocer las virtudes de los otros. En ese intercambio a veces nosotros somos el ejemplo a seguir y a veces lo son ellos. Sumando nuestras virtudes, podemos corregir juntos nuestros defectos. Por eso, nuestra propuesta es un trabajo situado, cooperativo, dialógico, donde cada uno brinda lo mejor de sí para alcanzar metas.
La humildad va de la mano con la sencillez que nos enseña a valorar las cosas simples, por ejemplo, la naturaleza, las pequeñas alegrías de cada día, las expresiones de afecto de nuestros amigos y los logros que obtenemos. Muchas personas dejan de apreciar eso y se sacrifican buscando una vida llena de supuestos atractivos como los viajes, los bienes materiales y las constantes diversiones. Nada de eso es garantía de la felicidad, ni asegura el bienestar, ese camino es sólo un laberinto donde cada vez se buscan cosas más raras y complicadas que nunca nos satisfacen y en ocasiones puede llegar a ser la puerta de entrada a graves problemas
Una persona sencilla es una persona abierta, dispuesta a aprender, que se sorprende con lo que le aportan los demás. Al liberarse de las barreras del orgullo, es capaz de disfrutar y valorar en su medida la riqueza del mundo.
 Tú puedes expresar la humildad y la sencillez de mil maneras: habla de forma clara y da la palabra a los demás, no intentes aleccionar a tus amigos, no presumas lo que sabes o lo que tienes con personas que están en desventaja, viste con ropa sencilla, entrénate en tareas como lavar y barrer, adquiere sólo lo necesario y evita ser  caprichoso. Con estos mínimos cambios serás cada día más sencillo y despertarás el cariño y la comprensión de los demás. Tu máximo orgullo será ayudar a los otros y tu mayor muestra de humildad, pedirles su ayuda.
Es necesario que todos los adultos apoyemos a nuestros hijos para que podamos sentirnos una verdadera FAMILIA TERESIANA. El hogar es el laboratorio para construir hombres y mujeres humildes, y los adultos responsables deben considerar esta tarea como una de sus misiones más importantes. Formar una familia y mantenerla unida es un acto de amor y de compromiso, pero también un acuerdo práctico de ayuda mutua. En ese acuerdo es fundamental conocer y reconocer las limitaciones de sus integrantes, pero también las propias, y trabajar juntos para superarlas eliminando la ofensa, el desprecio y el autoritarismo. Deben evitarse las críticas de un miembro frente a los otros, las comparaciones que busquen devaluar, pero también los elogios desmedidos o fuera de lugar. En ese proceso, adultos y mayores aprenderemos que tenemos ciertas capacidades y carecemos de otras, pero que estamos juntos en un esfuerzo común en el que resulta indispensable reafirmar a los otros miembros en lo que realmente valen.

NIÑO/A, AMIGO/A  DE JESÚS:

Cuando alguien te critique de una manera respetuosa escucha con atención y piensa qué parte de esa crítica puedes aprovechar. 

Procura ser siempre sencillo y accesible con los demás: no presumas de lo que tienes; no finjas o simules ser lo que no eres.

Cuanto más auténtico seas, más ganarás el cariño de la gente. Aprecia cada palabra y actitud de quienes te rodean.

 Cada persona, por sencilla que parezca, tiene algún conocimiento o facultad de los que tú careces.

 Intégrate a un trabajo comunitario sencillo que vaya en contra de la idea común de orgullo. Por ejemplo, recoge basura en la calle, de tu aula, del patio. Comparte con el que no tiene…TÚ PUEDES!!!

                                                 Carolina