¿Cómo definiría las competencias básicas?
Las competencias son aquellas habilidades que nos permiten dar respuesta a los problemas que nos plantea la vida: situaciones personales, en contextos profesionales, en las relaciones sociales, etc. Para entender las competencias debemos tener en cuenta también que se estructuran por componentes factuales, conceptuales, procedimentales y actitudinales.
¿Cómo se aprenden?
Es importante conocer sus componentes para identificar el aprendizaje de cada uno de ellos. Por ejemplo, los factuales se pueden asimilar a través de la memorización, los conceptuales a partir de la elaboración y construcción, los procedimentales a partir de la práctica guiada, y los actitudinales a partir de modelos, vivencias, etc.
¿Y cómo se aplican?
Los cuatro componentes deben estar contextualizados. Cuando pedimos que una persona sea competente, no pedimos solo que tenga la competencia, sino que sepa actuar de forma competente en determinadas situaciones.
¿A qué se refiere exactamente?
Hay que tener la habilidad de entender la complejidad de la realidad, analizarla, identificar las vías de solución, seleccionar la más adecuada y finalmente aplicar la competencia. Es un procedimiento de procedimientos y precisamente ahí radica la complejidad de enseñar competencias: enseñamos conocimientos, pero no enseñamos a saber hacer.
Pero las competencias, ¿son un camino o un objetivo?
Yo creo que son un objetivo.  Desde pequeños nos piden que seamos competentes, se nos plantean problemas y hay que darles respuesta. El término “competencia” aparece precisamente como consecuencia de una escuela que se ha centrado en los marcos teóricos y no en la realidad.
¿Y cómo deberíamos cambiar de marco?
Ahí radica la gran dificultad, ¿cómo cambiamos un modelo que está basado en la asimilación del conocimiento a uno que desarrolle las habilidades para solucionar problemas? Un cambio de modelo así puede tardar hasta dos generaciones en llevarse a cabo, alargándonos en el tiempo unos 30 años. Hay que tener claro el modelo al que queremos dirigirnos para no hacer una transición en vano.
¿Cuántas competencias podemos identificar?
EL número de competencias puede ser infinito y es difícil ponerse de acuerdo. Yo creo que lo importante es identificar dos tipos. Por un lado, las que están relacionadas con las asignaturas que hemos considerado válidas y que hemos planteado toda la vida: las matemáticas, las ciencias sociales, las ciencias naturales, etc. Por otro lado, están las competencias para la vida, aquellas herramientas que van más allá del orden académico y que podemos utilizar para resolver situaciones cotidianas, personales e intrapersonales.
Pero los teóricos establecéis etiquetas concretas.
Sí, pero dependen del marco teórico al que te ciñas. En Cataluña, por ejemplo, identificamos ocho, pero se pueden subdividir. Lo interesante no es numerar competencias, sino trabajarlas. Lo más importante es saber qué tipo de ciudadanos queremos y establecer un sistema competencial que nos permita realizarnos como tal.
¿Desarrollar  competencias no es inherente al aprendizaje?
Cuando aprendes algo que es resultado de un problema que se te ha planteado y lo has resuelto, sí se puede decir que se ha desarrollado una competencia. Pero no podemos decir lo mismo de los aprendizajes dentro del sistema educativo. Tenemos una escuela que está dividida en materias que además han traicionado las propias materias.
¿A qué se refiere?
Estudiamos química por saber química, igual con la geografía, las matemáticas o la historia, en vez de aprender de todas estas disciplinas para aplicarlas al conocimiento de nuestro entorno. Sabemos formulaciones químicas, pero no sabemos aplicarlo a nuestra cotidianeidad. El objeto de estudio debería ser la vida, no la materia en sí.
Hay escuelas que están incorporando ya técnicas del aprendizaje por competencias. ¿Cómo valora sus resultados?
Creo que hay que diferenciar las escuelas que proceden de una tradición anglosajona, que sólo deben profundizar en sus sistemas para incorporar las competencias, a tradiciones como la nuestra, que necesitamos hacer un cambio global de perspectiva. Las valoraciones deben hacerse poniendo en valor esta apreciación.
¿Nuestros centros educativos tienen margen para abordar este cambio?
El problema radica en los recursos de los que se dota el sistema para realizar cambios en algún sentido. Hay un déficit claro de herramientas y de materiales educativos, pero también deformación del profesorado. Cuando se les plantea una actividad competencial, la mayoría se sienten inseguros y tienden a realizar aquellos ejercicios con los que se sienten más cómodos.
¿Qué pueden aportar las TIC al aprendizaje por competencias?
Creo que lo más interesante que pueden aportar es la posibilidad de adaptar los aprendizajes a las necesidades de cada alumno, es decir, a personalizar contenidos. Son una buena herramienta para trabajar sobre la diversidad en las aulas. Los docentes se podrían liberar de algunas rutinas y dedicarse a otras acciones.
¿Qué cualidades destacaría de un buen docente?
En primer lugar, la capacidad empática: si no quieres a tus alumnos mejor dedicarse a otra cosa. También es importante ser sensible a los cambios de la sociedad y del mundo, y mantener despierto el interés por aprender. Por último, el trabajo en equipo.